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12 de octubre de 2021. ¿Enfrentamiento perverso entre hermanos? Tomás Calvo

12 de octubre de 2021. ¿Enfrentamiento perverso entre hermanos? Tomás Calvo
Programación de Marca España y RNE en conmemoración del Día de la Hispanidad. Foto: Cedida
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Si echamos una mirada a la prensa, a internet y a las cloacas de las redes sociales, encontraremos un gigantesco basurero de odios y rencores antiespañoles por el Descubrimiento de América y de su conquista. El sintagma ‘genocidio, invasión, oro’ parece prevalecer en el estercolero mediático.

En 2017 hice un estudio en profundidad sobre la hispanofobia en internet, y en concreto del hashtag viral #nadaquecelebrar, y palabras como ‘saqueo’, ‘imperialista’, ‘genocida’, ‘invasión’, ‘masacre’, ‘España asesina’ fueron las más frecuentes. El 12 de noviembre de 2007 hubo en Madrid una manifestación, organizada por grupos de ultra izquierda y por las autollamadas ‘comunidades racializadas’, que portaban pancartas como estas: “El colonialismo sigue vivo”, “Contra la radicalización del Estado Racista” o “Europa nos mata”.

Y si miramos fuera de nuestras fronteras comprobamos cómo la leyenda negra sigue en auge, como se ha puesto de manifiesto el pasado 12 de octubre. En México, envenenado por las soflamas de su presidente, se retiró la estatua de Colón, donde colocarán una estatua a una mujer olmeca, Tali.

Por cierto que los olmecas, una gran civilización (3.000 a. C. al 400 d. C.), asentada en lo que hoy es México, fue invadida por los aztecas, que eran un pueblo del norte, originario de Aztlán, el sur actual de Estados Unidos. Los aztecas tenían una férrea casta guerrera, guiados por Huitzilopochtli, dios de la guerra, al que había que alimentar con continuos sacrificios humanos. Los aztecas invadieron el territorio de los olmecas e implantaron su cultura. Mutatis mutandi, estos invasores del Norte hicieron con los olmecas lo que en 1521 haría Cortés con los aztecas, y lo que se venía haciendo desde siglos en todas las guerras de conquista en el mundo.

Y esta explosión de hispanofobia del 12 de octubre se extendió por toda América, como en Venezuela, donde el presidente Maduro grita, por supuesto en español, contra el “genocidio de España en América durante 300 años”, llegando este tsunami de odio a los Estados Unidos, decretando su presidente Biden que el Día de Colón se cambie por el Día de los Pueblos Indígenas.

Esto es lo que inunda los titulares de la prensa en torno al 12 de octubre, pero no se informa, no se lee o no se resaltan las protestas que en esos países hermanos se alzan contra este fanático y parcial revisionismo ciego, exaltando desde la otra orilla y con orgullo la herencia española y los lazos fraternales que nos unen.

En México las mujeres se echaron a la calle el 12 de octubre, junto a la estatua de Colón, con pancartas y fotos de mujeres asesinadas (3.723 en 2020); otros reclamaban justicia por los estudiantes masacrados; y los indígenas le gritaron a su presidente que dejara de hablar en su nombre, que no hablara tanto de los indígenas del pasado y que resolviera los graves problemas que su Gobierno tiene con ellos.

Y el expresidente Felipe Calderón advirtió de las “trampas de dividir” de López Obrador: “Soy orgullosamente mexicano, de raíces indisolubles indígenas y españolas como todos los mexicanos, y profundamente orgulloso de todas esas raíces, así me declaro, así he vivido, y así espero morir”.

Y en Estados Unidos el gobernador de Florida protestó por la supresión de Biden del Día de Colón: “Aunque los radicales de mala fe intentan borrar este día de la Historia no permitiremos que se borren los cimientos de Estados Unidos. Por el contrario, aprenderemos de nuestra Historia y veremos nuestra Historia como una pieza fundamental de la creación del mundo occidental”.

Existen escritores mexicanos valientes, de ayer y de hoy, que están gritando otra visión de la historia de la colonización, que en México se les reprime y en España ni los valoramos. Por ejemplo, José Vasconcelos (1882-1959) que fuera secretario de Educación en el periodo de la Revolución, creador de la metáfora mestiza de la ‘Raza de bronce’ y admirador de Cortés, que ha sido silenciada en su propia patria y no ensalzada en España.

Y así otros mexicanos notales, como Octavio Paz, Carlos Fuentes, y más recientemente Enrique Krause, y otros como Antonio Cordero, que en su obra de 2018 ‘Hernán Cortés o nuestra voluntad de no ser. Causas y consecuencias de su falta de reconocimiento’ escribe “¿Por qué inculcamos devoción a otros héroes, casi todos falsificados, que tienen los defectos de Cortés, pero carecen de sus cualidades? El día que podamos colocar y respetar un monumento al principal impulsor de nuestra nacionalidad, encontraremos nuestra otredad, lo que nos falta”.

Reconocer con orgullo la herencia española, junto con la indígena, sería el modo de resolver el paranoico laberinto de la identidad mexicana. No se trata de negar los abusos de los españoles, que los hubo y muchos, como en todas las guerras y colonialismos, sino de resaltar más las cosas muy positivas que también se hicieron, los vínculos que nos unen de lengua, religión, historia, mestizaje y mirar al futuro.

La leyenda ‘rosa’ (solo hubo civilización), como la leyenda ‘negra’ (solo genocidio), es eso, una ‘leyenda’, que el diccionario define como “Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”.

En 2019, con motivo del aniversario de la llegada de Cortés a México, realicé una macroencuesta, en la que participaron 11.322 estudiantes latinoamericanos, de ellos 5.135 mexicanos, y 2.476 jóvenes españoles, de ellos 678 extremeños.

A la pregunta de si la conquista y colonización de América fue un genocidio y matanza de indios o más bien una gran obra civilizadora, el 59,9% de los estudiantes españoles (el 55,3% de los extremeños) contestaron que fue un genocidio, siendo también el genocidio la opción elegida por el 66,8% de los jóvenes latinoamericanos y por el 59% de los mexicanos.

A la pregunta sobre si es una historia verdadera o una leyenda que los españoles en América esclavizaron y mataron indios y solo buscaban el oro, la respuesta mayoritaria es que es una historia verdadera, según el 83,4% de los estudiantes latinoamericanos, el 71,5% de los españoles y el 68% de los extremeños.

Pero si se ofrecen cuatro opciones de valoración de la obra española, una minoría, inferior al 10%, elige que todo fue malo o todo bueno, opinando el 90% restante que hubo de todo, siendo mayoritaria la opción de que hubo de todo, pero más malo que bueno (los latinoamericanos un 53,9%, los españoles un 50,0%, y los extremeños un 45,7%).

Sobre si debe conmemorarse el V Centenario de la llegada de Cortés a México se dividen las opiniones: un 47,7% de americanos (41,2% de mexicanos), y un preocupante porcentaje mayor del 49,3% de españoles (40,3% de extremeños) eligen la respuesta de que no debe conmemorarse nada, porque solo hubo crímenes y robos.

Junto a esas opiniones, en que aparecen más las sombras que las luces, si se les pregunta por las cosas buenas que hicieron los españoles y los lazos que nos unen, la inmensa mayoría, superior al 90%, señala algo positivo que llevaron los españoles.

Si preguntamos por los dos vínculos que más nos unen, la más elegida es la misma lengua (un 55,5% de hispanoamericanos, un 72,9% de españoles, y un 69,8% de extremeños), y una historia en común (19,6% los americanos, 42,4% los españoles, 46% los extremeños»); siendo menor la elección de otros vínculos, como el mestizaje de sangre, las costumbres o el folklore, siendo muy significativo que los los latinoamericanos, tras la lengua, eligen la misma religión (un 30,1%, que solo es señalada por un 15,1% de los estudiantes españoles y un 20% de los extremeños).

Las imágenes de la leyenda negra han crecido desde mi encuesta escolar iberoamericana de 1993, aplicada a 43.816 jóvenes, de ellos 5.000 españoles, lo cual es muy preocupante, y nos obliga a preguntarnos qué tipo de Historia se enseña a nuestros niños y jóvenes en los centros educativos españoles, incluyendo los extremeños.

Tomás Calvo Buezas
Catedrático emérito de Antropología de Iberoamérica y Medalla de Extremadura

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