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Billetes, por favor. Plácido Ramírez Carrillo

Billetes, por favor. Plácido Ramírez Carrillo
Peña Los Marteses. Foto: Cedida
Léeme en 3 minutos

Julio sigue parpadeando distancias, y madruga pensares, y conclusiones nuevas, mientras nos baila en los labios, igual que chiflea el aire.

Dicen que las arrugas se quitan escribiendo, andando o yendo a los bares, así que engilé para el Skakeo, o ‘consulado chelero’ que queda más fino, o más cursi (ya saben que ahora no falta alguno o alguna que, mire usted, hay que darle el número 27) a reunirme con José Mari Candalija, y la peña Los Marteses (algún día, si puede ser un martes, les hablaré de esta singular y divertida peña, que bien merece sus momentos de ilusión en esta penumbra de la realidad. Donde pan comes, migas quedan.

Bar Skakeo. Foto: Cedida
Bar Skakeo. Foto: Cedida

Vuelven los emigrantes con hambre de vida, los brazos abiertos y las mascarillas. Llegan con el latido pausado, soñando con el color de sus estrellas de infancia. Vuelven, a la búsqueda de aquellos amaneceres rotos y aquellos versos de amor que quizás nunca escribieron, pero lo soñaron. Sus voces llegan atenuadas, distantes.

Vuelven para soñar con aquellas madrugadas inciertas, con los besos que se quedaron en el paseo de la plaza, y los adioses en los tejados. Soñarán también con el junco adormecido en mitad de la siesta, y beberán con los ojos de la infancia de los asombros, muy abiertos, en el mismo brocal del pozo.

Pero ya no vuelven en tren, porque seguimos sin un tren digno, aunque peleamos hace poco más de un año, y fuimos a Madrid, algunos con autobús y bocadillo. Y aunque, al parecer, van a suprimir al menos 15 servicios, seguimos mirando para otro lado y silbando como el tren de entonces, donde se comía con hambre de posguerra. ¡Ay, milana bonita! Para cuándo otra manifestación? O ya no toca. En boca del mentiroso, lo cierto es dudoso.

Antes había estaciones que eran verdaderos pueblos, como la de Valencia de Alcántara, que tenía más de 800 almas, más que Salorino o Membrío. Y nos lo confirma Pilar Lorenzo Sáez, maestra que fue en la escuela de aquella época, que luce 83 años, bien llevados, y una memoria prodigiosa. Y nos cuenta maravillas de ese tiempo difícil, pero en el que fueron felices con muy pocas cosas. Aquella estación era un hervidero de gente. El tren Lusitania, un histórico, con el que se podía venir en litera desde Madrid. Pero ahora, apenas tenemos comunicaciones con Portugal.

Estación de tren de Valencia de Alcántara. Foto: Cedida
Estación de tren de Valencia de Alcántara. Foto: Cedida

Ya en los finales del siglo XX, cuando recortaron en aquella zona, trenes y servicios, hubo manifestaciones y servidor escribió un artículo, ‘Billetes, por favor’, que por desgracia sigue vigente, y que salió publicado en el libro ‘Escritos al amor de la noche’ (Tecnigraf Editores, 1997).

Y nos quieren quitar el tren, en donde a la fuerza nos adelantaron las manecillas del reloj y nos quitaron con prisa hojas de calendario; donde se nos marchitaron tantas primaveras y nos cegó la luz de un sinfín de amaneceres. En casa del herrero, cuchillo de palo.

Entonces cruzábamos fronteras para ver películas eróticas, ahora las cruzaremos para huir de tanta mediocridad, porque por dentro somos aire.

Nos dijeron hace unos meses que las mascarillas no eran necesarias, y ahora tenemos fábrica y son obligatorias. Para el próximo año estoy por sembrar en la parcela, con mi compadre Luis Fermoselle, habas, altramuces… y mascarillas.

Si tiene tiempo, y le vaga, disfrute de la magnífica iniciativa, ‘Badajoz capital mundial del desayuno, Saborea Badajoz’. Y es cierto que se desayuna bien, con contundencia y barato. Comparando con otras ciudades, lo sabemos de agachadas y lo saben nuestros bolsillos. La otra mañana, en la antigua venta El Arroz, con los hermanos Zahínos, Lorenzo y Wenceslao, tres cafés chupito de orujo y media de cachuela, 5 euros; eso vale solo los cafés… ¡en otros sitios, claro!

“Échame una sonrisina, niña, que anoche en mi balcón, solito me quedé, ¡ay, con la luna! Con tu nombre me dormí, /contigo me escapé/ por un sueño de amor, y de locura”.

¡Billetes, por favor!

– ¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!

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