Vivimos en una sociedad plagada de nuevas tecnologías, que nos facilitan la vida a niveles que ni siquiera nos planteamos por lo innecesario que resulta en diversas ocasiones. Hablamos de la importancia de una imagen y una aceptación.
Por todos y todas es sabido que el ser humano necesita socializar para el buen desarrollo de su inteligencia emocional y personal. Es necesario un enriquecimiento colectivo para poder abastecernos de las capacidades que nos puede aportar cada individuo, bien a nivel cultural, a nivel educativo, o simplemente con ese ratito que todos y todas agradecemos y que es tan fundamental para continuar con nuestras vidas de una forma sana y evolutiva.
Todos somos amigos, familiares, conocidos, referentes, apoyo de alguien, y nos resulta vital e importante. ¿Por qué ha de ser menos importante para una persona que tenga una capacidad diferente a la nuestra?
Y os preguntaréis ¿Qué son personas con capacidades diferentes? ¿Por qué se les denomina así? ¿No son al fin y al cabo discapacitados y ya? Y aquí es donde por su necesidad nace el roble de inclusión. Esa calificación que, dependiendo del emisor del que provenga, puede tildarse con mayor o menor tonalidad despectiva en función de la capacidad inclusiva que tenga desarrollada la persona en cuestión.
Una persona con capacidades diferentes podrá desarrollarse e incluirse en la sociedad si se le provee de los apoyos apropiados, con la intensidad y el tipo requerido a lo largo de la vida. Todas las personas pueden progresar si se les ofrecen las ayudas adecuadas y oportunidades, ¡a todos! Entonces ¿Dónde está el problema? Es que hay barreras que no se ven, y estas son nuestras creencias y prejuicios. A pesar de ello, las suplen con su espíritu de entrega, superación y entusiasmo.
Para que estas cualidades no sean erradicadas por factores que están fuera de su alcance es necesario el fomento del trabajo en equipo en la sociedad. Pero ¿Cómo podemos hacerlo? Trabajando unidos, ayudando a la normalización de este colectivo, para que el desarrollo de la calidad de vida de estas personas no suponga tanto sacrificio y esfuerzo. Garantizando que todos tengamos las mismas oportunidades de participar en todos los aspectos de la vida al máximo de nuestras capacidades y deseos.
La empatía para el buen trabajo colectivo es fundamental. Es importante ponerse en los zapatos del otro para entender por qué se necesita de la colaboración de todas las personas. Apoya, ayuda y sobre todo no fomentes al eterno niño, pues debido a ese estigma, que llevan soportando toda su vida, se les cuestiona su autonomía, limitando su día a día a rutinas generalmente básicas y dándoles una protección excesiva. Son personas adultas que en la mayoría de ocasiones no se les ha dejado serlo, anulando su capacidad de decisión por creer que no están preparados para afrontar nuevos obstáculos, fomentando de esta manera su incapacidad para socializar, integrarse y brillar.
Gracias a entidades especializadas en dicho colectivo se ha empezado a tener conciencia de la importancia de una intervención para buscar una solución a esta problemática.
Nuestro objetivo principal es el fomento de la igualdad real de las personas con discapacidad, para que su verdadera inclusión en la sociedad no sea una quimera o una ilusión. Y trabajar por esa igualdad real es trabajar también por una imagen social correcta y adecuada de las personas con discapacidad, especialmente de las personas con discapacidad intelectual. En demasiadas ocasiones la desinformación, así como la imagen social deformada por estereotipos, hacen un daño tremendo e innecesario.
Para poner remedio a estas cuestiones y promocionar la imagen de las personas con discapacidad el centro Nuestra Señora de la Luz, una institución de larga y fecunda trayectoria, ha puesto en marcha el ‘Programa de información a la población y promoción de la imagen de las personas con discapacidad, Iguales en derechos’, con financiación del Sepad.
Con esta campaña se pretende llevar a cabo una serie de actuaciones e intervenciones en centros educativos, centros de salud y otras entidades de la región, así como en plataformas del voluntariado, en la comunidad educativa y en medios de comunicación social. Y también fomentar el cambio de actitudes en la sociedad, a través del conocimiento, la aceptación y valoración de la persona con discapacidad de forma positiva, luchando contra estereotipos e ideas preconcebidas erróneas y casi siempre perjudiciales y reconociéndolas al fin como personas con plenos derechos en nuestra sociedad.
El programa, que concluye en diciembre, tiene una metodología activa y participativa. La interacción entre agentes sensibilizadores y los destinatarios con el personal al que va dirigido pretende fomentar valores como la aceptación, el respeto, la tolerancia, o la empatía, hacia las personas con discapacidad.
Personas con discapacidad con una formación adecuada previa, junto con los responsables del programa, son los agentes activos del mismo, generando de manera dinámica y vivencial un cambio de actitudes en los destinatarios. Las diferentes acciones de sensibilización tienen una duración aproximada de una hora en el caso de los centros educativos, y en el resto de los casos se adaptan a sus diferentes necesidades y posibilidades.
La campaña tendrá una evaluación al final de su desarrollo, a través de una memoria que plasme todas las acciones llevadas a cabo. Estas actuaciones se compararán con los indicadores propuestos para la implantación del programa y se podrá comprobar si se ha efectuado correctamente. Para ello los técnicos facilitarán una hoja de evaluación que será enviada por correo electrónico a las entidades en las que se haya desarrollado el programa.
El centro Nuestra Señora de la Luz nació en 1966 como entidad perteneciente al Instituto Secular Hogar de Nazaret, de mano de su fundador, el sacerdote Luis Zambrano. Es un centro de educación especial que ofrece apoyos a través de distintos servicios especializados a personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y a sus familias, para garantizar la mejor y mayor inclusión de este colectivo en la sociedad.
Tiene como misión proporcionar, desde su compromiso ético, apoyos y oportunidades a cada persona con discapacidad intelectual o del desarrollo y su familia para contribuir a desarrollar su proyecto de calidad de vida y promover su inclusión como ciudadana de pleno derecho en una sociedad justa y solidaria.
El centro forma parte de Plena inclusión Extremadura, la federación que representa en Extremadura a las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo; Plena inclusión Extremadura está formada por 30 asociaciones de la región, ofrece servicios a más de 3.000 personas con discapacidad y a 3.300 familias, y cuenta con más de 1.500 profesionales. Como entidad miembro, el centro comparte su misión, visión, código ético y valores.
Para crear oportunidades primero hay que creer…
- Que las personas con discapacidad pueden
- Que los entornos pueden ser diferentes
- Que pueden pasar cosas nuevas
¡Imaginemos mundos nuevos posibles! ¡Confiemos!
Ana Romero Sahagún / Soledad Romero Maya
