En este artículo voy a contar la historia de una mujer que acudió a un aclamado filósofo, el cual siempre tenía sabios consejos que ofrecer.
Cuando el filósofo escuchó en silencio la angustia que le producía a aquella persona la situación que tenía en su casa, instruyéndola le dijo: “La clave para resolver tus problemas está en la caja de costura”.
Sorprendida, la mujer le respondió: “¿La caja de costura? ¿Qué relación tiene esto con lo que le acabo de contar?”.
El filósofo le dijo: “Si encuentra hilos enredados desenrédelos y rebobine con cuidado; si hay alfileres desparramados introdúzcalos en su caja; si el metro está suelto enróllelo. Cuando termine de organizar la caja de costura revise su vestuario, y si está desorganizado póngalo en orden”.
Aquellas palabras le resultaron incomprensibles a la mujer; sin embargo, si venían de aquel filósofo tal vez tuvieran algún significado oculto.
Después de una semana la mujer volvió a ver al filósofo, se encontraba alegre y recuperada: “Agradezco de corazón el consejo que me dio, empecé a ordenar y limpiar y cuando quise darme cuenta todo estaba organizado”.
El filósofo, muy satisfecho, le hizo saber que, aunque en un principio la organización o el orden de la casa solo sea algo visual, es el primer paso hacia un cambio en nuestra mente. Ambos desordenes, externo e interno, se retroalimentan, siendo el exterior un reflejo de lo que ocurre en nuestros pensamientos y emociones. Como dice un proverbio japonés, al ver solo una parte podemos deducir el todo.
Mientras no hablemos de casos extremos de perfección, el orden, además de suponer armonía en el hogar, va acompañado de equilibrio y bienestar emocional. Es una práctica física que aporta felicidad.
Tener una norma establecida de cómo deben estar dispuestas las cosas nos ahorrará tiempo y evitará el desorden y posterior desgana para recoger el desbarajuste que se va produciendo. Solucionarlo va a suponer bastante más esfuerzo personal que si vamos dejando cada cosa en su lugar.
Si nos esforzamos en sembrar buenas semillas habrá buenos frutos. No compensa generar más estrés en nuestra vida, ya sumamos bastante en nuestro día a día.