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Pasado con memoria (XIII)

Pasado con memoria (XIII)
Representación de las Cortes de Cádiz en 1812
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Qué triste perder la memoria, dice el bachiller Ratera…

Liberal
Del latín ‘liberalis’ (propio de quien es libre, noble) puede referirse a la persona generosa o a aquellas profesiones en que las personas ejercen sin depender de nadie y también de los profesionales que las ejercen, como algunos abogados, médicos, ingenieros, etc.

Pero aquí me referiré a su otra acepción: referencia al que defiende la libertad y la tolerancia o comprensión con las ideas y acciones de los demás y que, por tanto, es partidario del liberalismo político o económico. El liberalismo político es una doctrina nacida en el siglo XVIII y desarrollada en el siglo XIX, que afirma la primacía de la libertad individual y la garantía de su ejercicio en la organización política del Estado.

El liberalismo económico defiende el desenvolvimiento espontáneo de la vida económica a través de la libre empresa y la libre competencia, y más particularmente la teoría de que el Estado no debe intervenir en las relaciones económicas que existan entre los individuos, las clases o las naciones. A él se oponen el socialismo, cuyo objetivo es la abolición de todo privilegio de riqueza mediante la supresión de los beneficios y la socialización de los medios de producción, tierra y capital; y el dirigismo, sistema que tiende a evitar las crisis económicas por medio de una reglamentación o dirección unificada, emanada de un poder profesional (cooperativismo) o de los poderes políticos: estatismo.

La palabra ‘liberal’, referida al individuo que defiende la libertad y la tolerancia con las ideas y acciones ajenas, nació en 1810, durante la Guerra de la Independencia española, en las Cortes de Cádiz. Hasta entonces, y como expresa el Diccionario de la Real Academia de 1791, se denominaba ‘liberal’ al generoso, bizarro [es decir, espléndido] y que sin fin particular, ni tocar en el extremo de prodigalidad, graciosamente da y socorre, no solo a los menesterosos, sino a los que no lo son tanto, haciéndoles todo bien.

Sobre el origen de la voz ‘liberal’ en el sentido político, pueden citarse las siguientes opiniones de diversos historiadores:

  • Modesto Lafuente (‘Historia general de España’, tomo V, pág. 145), refiriéndose a las primeras sesiones celebradas por las Cortes de Cádiz en 1808, dice que al aceptarse la libertad de imprenta se pusieron de modo claro las opiniones y los partidos de las diversas facciones de las Cortes. Así, a los principales grupos de los amigos de las reformas allí aceptadas se les denominó liberales, tal vez, como aclara el conde de Toreno (‘Historia del levantamiento, guerra y revolución de España’. Madrid, 1835, tomo 3º, pág. 464) “quizá porque empleaban a menudo en sus discursos la frase de ‘principios o ideas liberales’: de las cosas, según acontece, pasó el nombre a las personas. Tardó más tiempo el partido contrario en recibir aquel epíteto, hasta que al fin un autor de despejado ingenio calificóle con el de ‘servil’”. Y Toreno añade que fue Eugenio de Tapia el autor de tal denominación, que en una composición poética separó con una rayita esa palabra, saliendo de este modo ‘ser-vil’.
  • Frente a esta opinión el conde de Toreno (Manuel Marliani), diplomático y político español de origen milanés (‘Histoire politique de l’Espagne moderne’. París, 1840) dice así: “El ramo de Hacienda fue uno de los primeros temas de las Cortes, y el público, al ver que los tradicionalistas abogaban siempre por la conservación de todo el desconcierto administrativo, valiéndose de argumentos vulgares y ‘serviles’, mientras los reformistas los embestían, clamando por su reforma y apelando a la censura pública para enmendarlos, ‘encabezando su despejo con el ejemplo de la rebaja voluntaria de sus señalamientos el público observando su ‘liberalismo’, vitoreó desde luego sus dictámenes, y desde aquel punto la voz ‘liberal’, aplicada al pronto en el concepto de ‘generoso’, trascendió a denominación política, y contrapuesta a la de ‘servil’, que cupo a los defensores de toda especie retrógrada”.

Algunas pequeñas cuestiones
Palíndromo
Normalmente se entiende por palíndromo aquel que toma por unidad la letra, es decir, cuya última letra es la misma que la primera, la penúltima es la misma que la segunda, etc., de modo que la palabra o frase se lea igualmente de derecha a izquierda o viceversa, de modo que diga lo mismo en ambos sentidos. Sin embargo, también se puede tomar como unidad la sílaba o incluso el renglón.

 He aquí algunos ejemplos de palabras palíndromas: ‘Aba’, ‘acá’, ‘asa’, ‘acurruca’, ‘arenera’, ‘datad’, ‘debed’, ‘eje’, ’eme’, ‘nadan’, ‘narran’, ‘radar’, ‘rajar’, ‘reconocer’, ‘sanas’, ‘sayas’, ‘seres’, ‘somos’.

Y prototipos de frases palíndromas:

Allí va Ramón y no maravilla

Dábale arroz a la zorra el abad

Amad a la dama

Anita ama la tina

Allí ves a Sevilla

A ti no, bonita

La ruta nos aportó otro paso natural

Así revelará su amada dama usar aleve risa

Roma ni se conoce sin oro, ni se conoce sin amor.

Pero, sin duda, el palíndromo más curioso es la siguiente décima que, tanto si se empieza a leer por el primer verso, como por el último, pero siempre leyendo los versos enteros, mantienen el mismo sentido:

Todos hablan sin saber;
quien más calla, éste lo sabe;
en lo posible no cabe
penetrar lo que ha de ser;
mucho se ve disponer
nada se sabrá, es patente,
de lo que se haya tratado,
hasta que el golpe esté dado,
inténtelo quien lo intente.

Capicúa
El vocablo capicúa, empleado para referirse a una cifra que es igual leerla de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, o al lance del juego del dominó consistente en cerrar este con una ficha de puntos iguales a la del otro extremo, es de origen catalán y está compuesto de ‘cap’ (cabeza) y ‘cua’ (cola) y, aunque se aplica a los números en general, se emplea más propiamente en los lances del dominó, donde la cabeza es igual a la cola. Por otra parte, hay algunos folkloristas que consideran que el término capicúa (cap-i-cua) nació en Barcelona hacia finales del pasado siglo.

Argot
Esta voz francesa, sinónimo de jerga, lenguaje especial entre personas de un mismo oficio o actividad, procede del dialecto especial (secreto) que utilizaban los maestros argóticos, constructores ojivales que se consideraban hijos de Salomón; de ahí que el sello de este rey sabio de Israel figurase en las fachadas o rosetones de los edificios erigidos por ellos.

Siameses
Recibe este nombre cierta variedad de judías de los suministros argentinos que España recibió en los años 40, que fueron llamados por el mote de Eva Duarte de Perón, conocida popularmente como ‘Evita’ o ‘la perona’. La judía perona es una hortaliza muy tierna y muy sabrosa. Su forma característica es aplanada, ancha y alargada.

Kansas
Como se sabe, Kansas es uno de los 50 estados que, junto con Washington D.C., forman los Estados Unidos de América. Su capital es Topeka y su ciudad más poblada Wichita. Cuando los europeos llegaron a la región estaba habitada por cuatro tribus amerindias, una de las cuales era conocida como ‘kansa’, que finalmente daría nombre al estado. Respecto al significado de dicho nombre, unos dicen que es ‘pueblo de los vientos del sur’ y otros que ‘una brisa cerca del suelo’.

Kamicace
Así se llamaron a los aviones suicidas del ejército japonés que en la Segunda Guerra Mundial se estrellaba voluntariamente cargado de explosivos contra objetivos enemigos y a los pilotos voluntarios que los dirigían. El término fue utilizado originalmente por los traductores estadounidenses para referirse a tales ataques. En japonés ‘kamicace’ o ‘kamikace’ significa ‘viento divino’ y fue el nombre que se les dio en recuerdo del viento que en siglo XIV les hizo ganar la guerra frente a los mongoles.

Desastre
El Diccionario de la Real Academia Española diferencia entre desastre y catástrofe, definiendo a esta como “un suceso infausto que altera gravemente el orden regular de las cosas” y como “un cambio brusco de estado de un sistema dinámico, provocado por una mínima alteración de uno de sus parámetros“. Y a desastre lo define como “desgracia grande, un suceso infeliz y lamentable” y como un “mal resultado o una mala organización“. El término catástrofe, históricamente más antiguo, deriva del griego antiguo ‘katastrofé’, con significado de ‘volverse en contra’, en tanto que la palabra desastre proviene del latín ‘des’ (negativo, desafortunado) y ‘astre’ (astro, estrella), lo que expresa un fenómeno desgraciado producido por los astros o los dioses y, por tanto, fuera del control humano.

Estar en cinta
Según la gramática latina, ‘in’ era un prefijo privativo que significaba ‘sin’, que unido al también latino ‘cincta’ (ceñida) daba ‘incincta’ (sin ceñir) ya que la mujer abandonaba el ceñidor o cinta o faja con la que sujetaba sus vestidos al talle y que era el distintivo de su condición de casada, para evitar apretones al feto. De ahí que se le dijera que estaba incincta, es decir, sin cinta.

Jinete
Ya sabemos que jinete es la persona que monta a caballo o es diestra en equitación. Proviene del árabe hispano ‘zaneti’, gentilicio de una coalición de tribus bereberes, los ‘zaneta’, ubicados en la tierra de igual nombre, conocidas por ser excelentes criadores de caballos. Esta tribu bereber acudió a defender Granada ante el empuje cristiano.

Juanete
Llamamos así al abultamiento o protuberancia que se forma en la base del del dedo gordo del pie. La palabra juanete proviene del término griego que significa nabo y el juanete en la parte interna del pie, en general, se va enrojeciendo e hinchando, similar a un nabo. Curiosamente en el siglo XVI se llamaba ‘juan’ a la gente rústica, entre la que era muy común tal deformación.

Veleta
Además de persona inconsciente y voluble, saeta es un dispositivo metálico que se coloca en lo alto de los edificios. Consta de una placa que gira libremente alrededor de un eje vertical, de un señalizador en forma de saeta que indica la dirección del viento y de una cruz horizontal fija que señala los puntos cardinales.

El motivo puede ser muy variado, ya que las hay en forma antropomorfa, de animales o mixtas, aunque las más comunes son aquellas que tienen forma de gallo. ¿Por qué?

Según se cuenta tal práctica se originó en la Alta Edad Media, cuando el Papa Nicolás I ordenó como algo obligatorio que en lo más alto de las iglesias católicas se colocara un gallo, ave que se asociaba a la salida del Sol, como referencia a los tres actos de negación de Jesús por parte de San Pedro. Y como los campanarios tenían ya veletas, se ataron los gallos sobre ellas.

La imaginación, que no falte
Según los epicúreos, seguidores del sistema filosófico fundado por Epicuro, que tenía por objeto la búsqueda de la felicidad a partir del equilibrio de los placeres y la eliminación de los temores que causan ideas como el destino, los dioses o la muerte, todas las estrellas se extinguían en el Occidente para ser encendidas de nuevo al día siguiente en el Oriente. El astrónomo y matemático Cleómedes hace referencia a una vieja tradición de su tiempo, según la cual los habitantes de Iberia (es decir, nuestros antepasados), oían todas las tardes el ruido que el Sol, en incandescencia, producía al sumergirse en las aguas del océano Atlántico.

¿Y debajo, qué?
Homero pensaba que debajo de la Tierra había unas filas de columnas para soportarla, y que estas estaban guardadas por el gigante Atlas. Los escandinavos creían que nuestro planeta descansaba sobre nueve pilares y los brahmanes que reposa sobre cuatro elefantes.

El Mar Negro
Es un mar casi cerrado, situado entre Asia Occidental y Europa Oriental, que ha llamado la atención de los expertos, principalmente por el origen de su nombre, relativamente nuevo, pues los pueblos de las pasadas civilizaciones lo conocieran como Mar Hospitalario, Mar Inhóspito, Mar Mayor o simplemente El Mar.

Según unos, el nombre provendría de las muchas nieblas y tormentas que en él suelen producirse durante el invierto; para otros, habría sido llamado así por el tono oscuro que los marineros observaban durante esas fuertes tormentas, o bien, por los objetos procedentes de barcos hundidos y la materia vegetal existente en su fondo, que fueron cubriéndose con lodo negro debido a la alta concentración de sulfuro de hidrógeno existente en sus aguas.

Nueva ola
La expresión ‘nueva ola’ (‘nouvelle vague’) fue acuñada por el periodista francés F. Giroud en una encuesta publicada por L’Express en diciembre de 1957. Más tarde se generalizó para referirse a un grupo de jóvenes directores de cine franceses, que habían iniciado su carrera profesional entre 1958 y 1960, que tenían en común su oposición al cine de grandes presupuestos, al estilo de las superproducciones estadunidenses, y en defensa de las producciones baratas, realizadas en escenarios naturales y con actores poco conocidos. Entre los representantes de esta nueva ola caben ser destacados Chabrol, Truffaut y Godard.

La expresión se emplea actualmente para referirse a aquello que es novedoso y original.

El Tercer Mundo
La acuñación de esta frase se debe al demógrafo francés Alfred Sauvy, que en 1952, en el semanario parisino L’Oservateur, se refirió con estos términos a los países subdesarrollados de África y Asia que no pertenecían ni al bloque político-económico occidental (capitalista) ni al oriental (socialista): “Un tercer mundo explotado, ignorado y denigrado, que, como el tercer estado, quiere también ser algo”.

Entiéndase “el tercer estado”, como el ‘estado llano’ de la Revolución francesa, que englobaba a burgueses, mercaderes, profesionales, artesanos, pobres de las ciudades y el campesinado; un estamento carente de derechos, pero sujeto al pago de los impuestos y los tributos.

Ciencia ficción
Esta expresión fue creada por Hugo Gernsback, ingeniero y escritor norteamericano de ascendencia luxemburguesa, que en 1901 publicó en una revista de divulgación científica su relato ‘Ralph 194 C 41’, una historia de amor ubicada en el año 2660, y en 1926 fundó la primera publicación periódica exclusivamente dedicada a historias asombrosas. Lo escrito con anterioridad por Julio Verne y H. G. Wells había sido clasificado como ‘relatos de anticipación’.

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