Mayo se aleja silbando, y nos deja como nos encontró, casi con la misma melodía, con un brillo de agua en los ojos, y un pan tierno compartido. Sonríe, despistado, despidiéndose desde las lindes de junio, garabatea emociones, mientras la gente de tierra adentro sueña con irse muy lejos, y oír los suspiros del mar.
Cambiamos de fase en esto que han dado en llamar desescalada. Y por fin, en Extremadura no vamos los últimos en todo. ¡Alguna vez teníamos que ganar en algo! Aunque seguimos con las cartas marcadas, y no sabemos si de oca a oca, tiraremos porque nos toca, o resultará que de puente a puente, nos llevará la corriente.
Mi madre, que, como casi todas las madres de posguerra y de emigración, entre indiferencias y pandemia, ahora les toca vivir soledad y abandono, es muy refranera y de dichos populares tiene un saco llano, y acostumbra a utilizarlos con frecuencia, en abundancia y variados. “Días de mayo, días amargos, los panes cortos y los días largos”. Esperemos que los panes del futuro no nos resulten demasiado cortos. “Amigo que no da y cuchillo que no corta, aunque se pierdan no importa”. Este no necesita comentario, con tanto petimetre colocado adornando este tiempo de incertidumbre.
Y por estas fechas, no falta el tan repetido por tantos durante tanto tiempo: “Tres jueves brillan más que el sol: el Jueves Santo, el Corpus Christi, y el día de la Ascensión”.
Aunque este año no ha brillado ninguno de ellos, porque ninguna de estas fiestas se ha celebrado como en años anteriores por haber sido suspendidas en tiempo y forma. En San Vicente de Alcántara, donde el Corpus esta declarado de interés turístico regional, se celebra con gran entusiasmo y mucha vistosidad. Más de una docena de calles se engalanan y alfombran calles con hermosos dibujos floreados que reflejan un gran talento, así como la entrega y la imaginación de sus habitantes para que la fiesta, brille a la altura que le corresponde y que la tradición ha consolidado a lo largo de los años. Una fiesta admirada y visitada por parroquianos, curiosos y devotos llegados desde lugares tan dispares como Badajoz, Cáceres o Madrid, y, de la vecina y querida Portugal.
Hay crispación en el ambiente, y eso se nota. Pero los escraches o acosos a domicilios de los políticos se deberían de condenar desde el minuto uno, vengan de donde vengan, y vayan contra quienes vayan. Aquellos que se hicieron a Cristina Cifuentes, González Pons, o Soraya Sáenz, y que al parecer Pablo Iglesias jaleaba llamándolos ‘Jarabe democrático’, y estos que como ahora es un cargo público, figura importante, ‘no gustan al chache’. Claro que tampoco debiera un vicepresidente, nada menos, alentar a que se hagan a cargos o rivales políticos. Me parece a mí que esta forma de actuar del llamado ‘marqués de Galapagar’ deja muchos pelos en la gatera.
Reverbera el sol en la pared de nuestros pueblos, inmaculadamente blancos; corre el tiempo en los relojes del silencio más aprisa de lo que quisiéramos, y cambian los escenarios y los personajes.
Y seguimos con la música. ‘Concierto en armonía’ es el título que ha puesto el violinista Pedro Martínez al último que dará desde el balcón, para todos los vecinos de la plaza de Santa Marta (del pirulo) y todos los que queramos asistir, el sábado 30 de mayo a las 20.30, y durará hora y media. Y además es gratis.
Vuelve los bares. Tómate la primera donde te tomaste la penúltima.
– ¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!
