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Todavía queda esperanza. Plácido Ramírez Carrillo

Todavía queda esperanza. Plácido Ramírez Carrillo
Foto de archivo de un acto literario con Bartolomé Collado. Foto: Cedida
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Ahora que julio se despide, garatalleando con sus buenas intenciones, con sus pecados y sus oraciones, nos llegara agosto con la luz en la mirada, y con sus acreditadas ganas de furriola y su proyectada charamanduca, después de tanta penitencia y tanto silencio.

Ni qué decir tiene que estamos pagando el recibo de la luz más caro de la historia, nosotros que tenemos centrales nucleares y la dehesa repleta de placas solares, que nos debería salir gratis total. La ciudadanía (que se dice ahora), mucho más fino, oiga, hace especulaciones y comparanzas a propósito de los cambios de Gobierno, para congratularse unos, por el nacarado saldo de las ministrables, y para ciscarse otros, una vez que el respetable hace sus comparanzas en el espejo de la verdad, y comprueba el antes y el después.

Ya veremos, dijo un ciego que nunca vio. Algunos debates televisivos, incluso en el Parlamento, se vienen convirtiendo en corroblero habitual. Y eso sí que es una lástima, lamentable más bien, con el sueldazo que cobran nuestras señorías. Suerte para nuestras arriscadas ministras de altanera figura.

Intentamos pestañear tardes azules de la infancia, ahora que los emigrantes van llegando a sus pueblos inmaculadamente blancos, a reconocer las lindes de los caminos en su mirada, a recorrer de nuevo los campos con su color de pan y de rastrojo, donde ya no hay burros ni mulos maneados. Irán a las riberas de los regatos y de las charcas, en busca de poleo o yerbabuena. ¡Ay, los gazpachos de Paco Castañares!

Seguimos anotando nombres en la agenda de la memoria. Despedimos al amigo, al buen vecino, que con su lápiz de infancia pintaba caballos azules y noches blancas. El teniente Antonio Cruz Violero, se nos fue de repente, en silencio, tan joven todavía, sin despedirse siquiera. Se sentaba en el poyete del estanco de Jesús, y desde allí veía pasar la vida con su mirada de esperanza y de hombre bueno y charlaba con los vecinos. Nuestro apoyo para su mujer Meri, y sus hijos Esteban y Carmen María.

Teniente Antonio Cruz Violero. Foto: Cedida
Teniente Antonio Cruz Violero. Foto: Cedida

Y el martes 20 de julio recibimos la llamada de Paco Collado para comunicarnos con tristeza que su padre, Bartolomé, el poeta decano de Badajoz, nos había dejado huérfanos de sus versos y su palabra sabia; se nos fue el poeta amigo, el maestro, acicalando la tristeza en los caminos de la memoria, pero seguro que entre renglones de sol escribirá con Dios poemas de luz y de esperanza. Nos dejó unos versos finales: “Una tarde, con mi página completa/ me retiré al zaguán de la nostalgia”.

Pero nos queda la añoranza, el recuerdo que con reflejos de homenaje se tributará el día 8 de agosto, organizado por el Excelentísimo Ayuntamiento de Villalba de los Barros y los Amigos de Santa Ana, al recordado y llorado poeta José Iglesias.

Homenaje al poeta José Iglesias
Homenaje al poeta José Iglesias

Badajoz capital del desayuno. Además de tener las mejores puestas de sol del mundo, al menos desde la Alcazaba y los puentes del Guadiana, estamos inmersos en un nuevo concurso de los desayunos en Badajoz; es verdad que no lo valoramos hasta que no salimos a otras ciudades. Se desayuna bien, con contundencia, esmerado servicio y barato.

Ya nos informan, puntual y con todo lujo de detalles, Antonio Cavacasillas y Jaime Mejías, concejal de Bienestar Social y de Turismo, respectivamente.

'Badajoz capital del desayuno'. Foto: Cedida
‘Badajoz capital del desayuno’. Foto: Cedida

Estamos, según nos informan, en la quinta ola covid. Muy atentos, sean responsables, sigan con las mascarillas, hagan caso de las normas establecidas. Seguiremos aplaudiendo a nuestros sanitarios, tuve ocasión de comprobarlo en vivo y en directo en el ambulatorio de Valdepasillas. Atentos, eficaces y mucha ternura con mi madre. A veces, es de justicia reconocer el buen servicio que recibimos en los centros públicos, no todo es malo, como opinan otros. Felicidades Angélica, Diego, Emilio…

Sean buenos y respeten, que todavía queda esperanza.

– ¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!

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